TEJIDOS SOCIALES QUE AMORTIGUARAN LOS EFECTOS DEL COVID19
Lic. Madeleine Muñoz, Directora de Innovar y Compartir
El COVID19 coloca a nuestro país en una situación de crisis económica, de salud (tanto física y mental) y social. Haciendo que las profundas inequidades sociales se hagan más evidentes en el preocupante impacto negativo que arrecia sobre determinadas sectores de nuestra población; y en el sector rural es más agudo: “La población rural es vulnerable al contagio, por la extendida pobreza (más del 40 % lo es), por la avanzada edad promedio de los agricultores (más del 45 % supera los 50 años de edad), y por la deficiente infraestructura y servicios de salud y de sanidad” ”. (La revista Agraria AÑO 21 Nº 189).
Pero en este espacio breve, no quisiera quedarme en aspectos que los medios de comunicación han ocupado en abordar de manera abrumadora. Mi interés es dar un respiro que nos permita reconocer lo que podemos potenciar a partir de reconocer el capital social que hemos podido heredar al enfrentar crisis pasadas, aunque diferentes, en esencia nos han dejado un tejido social que posee capacidad potencial para amortiguar los efectos del COVID en sectores de la población a los cuales las políticas y programas del gobierno no han logrado apoyar.
Nuestro contexto nos exige prestar atención a la respuesta social que se puede generar frente a la necesidad y la indignación causada por la insuficiente atención recibida por instancias respectivas del gobierno. Por ello deseamos enfocar nuestra mirada en la capacidad social de indignación que permita generar respuestas organizadas, propositivas y de colaboración; las cuales incluso ayudan a prevenir conflictos sociales, en tanto están sustentadas en tejidos sociales fuertes y con valores.
Frente a situaciones de crisis anteriores, se han generado respuestas colectivas en torno necesidades básicas. Un ejemplo de ello tenemos comedores populares y clubes de madres que en los 80 y 90 alimentaron a familias de barrios enteros, que vienen de experiencias de la movilización social en los 70s. Formula que se puede revisar de ensayar nuevamente en respuesta a la inseguridad alimentaria actual, sin dejar, por supuesto, de tomar en cuenta los aprendizajes para una mejor gestión, entre ellas integrar los componentes de alimentación saludable y su abastecimiento proveniente de la agricultura familiar en las regiones.
En especial, se deben tomar en cuenta las respuestas organizadas con amplia base social y temporal. Entre algunos ejemplos tenemos, la Convención Nacional del Agro Peruano –CONVEAGRO, conformada por 17 gremios nacionales agropecuarios, 20 organizaciones de la sociedad civil y 17 Conveagros Regionales en el interior del país; que entre sus 15 puntos para la plataforma de lucha por el apoyo a la agricultura familiar que alimenta al país, plantea que: “Las compras efectuadas por el estado a través de los programas de asistencia social e instituciones públicas deben ser atendidas con productos de fabricación nacional que utilicen insumos producidos directamente por los agricultores y ganaderos peruanos. Para tal efecto las normas de compras estatales de alimentos deben adecuarse a este requerimiento”.( https://conveagro.org.pe/ ).
Así también, plantea propuestas de apoyo al control social: “… los distritos rurales y las comunidades campesinas y nativas deben convertirse en espacios de control territorial durante la situación de emergencia”. (La revista Agraria AÑO 21 N.º 189).
Tal como ya las rondas campesinas en coordinación con los comandos de salud COVID y gobierno local han logrado implementar: “…Todas las bases con tranqueras siguen firmes al cuidado de todos, es un trabajo articulado con salud y con la Policía Nacional”. Testimonio del vicepresidente de la Federación Regional de Rondas de Cajamarca, Óscar Vásquez. Tomado de: https://rpp.pe/peru/cajamarca/coronavirus-en-peru-cajamarca-le-esta-ganando-a-la-covid-19-estas-son-sus-claves-noticia-1268193
Sumando a ello, tenemos a las diferentes asociaciones, empresas rurales y cooperativas rurales organizadas y formalizadas en torno a actividades económicas ligadas a productos agrícolas, pecuarios y artesanales, que con el apoyo enfocado a una efectiva reactivación económica a sus actividades actualmente detenidas, con un enfoque adaptado a sus contextos, posibilitarían el desarrollo de una producción con respeto de los protocolos sanitarios, abasteciendo y dinamizando la economía de sus respectivas familias y comunidades.
En conclusión, el capital social existente en las zonas rurales; y viene proponiendo y ensayando respuestas a este contexto de crisis, que en este momento es de vital importancia apoyar en conjunto como base para incluso dar sostenibilidad a los procesos de recuperación post COVID. Queda de tarea, desde las ciudades, sumarnos como sociedad civil a la voz de apoyo de los procesos de incidencia necesarios, para la aprobación por parte del estado, de políticas y programas de apoyo con enfoque al sector rural.